OPINIÓN

LA CARTA HARPER´S

Por: Rodolfo Godoy P.

“Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”

Los Amigos de Voltaire / Evelyn Beatrice Hall

Renombrados escritores en Estados Unidos remitieron una carta abierta publicada el 07 de julio en Harpers Magazine´s denominada “UNA CARTA SOBRE JUSTICIA Y DEBATE ABIERTO” donde hacen un llamado de alarma frente a la actitud dogmatizadora de las posiciones que atentan contra la pluralidad de ideas y el reconocimiento del otro, y como afecta a los escritores, periodistas y comunicadores en general. A esa carta se adhirieron, poco tiempo después, una pléyade de escritores españoles mediante otro escrito innominado para apoyar la primera manifestación.

Escritores y pensadores como Francis Fukuyama, Mario Vargas Llosa, Noam Chomsky, J.K. Rowling o Fernando Savater, al unísono, alzan sus voces en protesta por la neo – dictadura del pensamiento único, que está cobrando una asombrosa fuerza en los debates públicos, para hacerlos mutar en silencio y censura, muchas de las veces autoimpuestas para dar como resultado estrechar constantemente los límites de lo que se puede decir sin la amenaza de represalias. Ya estamos pagando el precio con mayor aversión al riesgo entre escritores, artistas y periodistas que temen por su sustento si se apartan del consenso, o incluso carecen de suficiente celo en el acuerdo.

Llama poderosamente la atención que el país autodenominado Faro de Libertad y del cual a su jefe de estado se le denomina “el Líder del Mundo Libre” -en la prensa nacional y global- concite este tipo de advertencias, generadas por escritores de las más diversas tendencias ideológicas y políticas. 

Nuestras instituciones culturales se enfrentan a un momento de prueba. Las poderosas protestas por la justicia racial y social están llevando a atrasadas demandas de reforma policial, junto con llamamientos más amplios para una mayor igualdad e inclusión en nuestra sociedad, especialmente en la educación superior, el periodismo, la filantropía y las artes. Pero este ajuste de cuentas necesario también ha intensificado un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar nuestras normas de debate abierto y la tolerancia de las diferencias a favor de la conformidad ideológica”, basándose en esas demandas de aspiraciones legítimas y justas de los pueblos, esas mismas demandas se usan como absolutos ideológicos con el fin de cercenar cualquier opinión disidentes o no totalmente comprometida y se cae en un “estado general de sospecha” por no defender sin paliativos y sin mesura lo que se impone como la ÚNICA verdad yde todo ello (despidos, cancelación de congresos, boicot a profesionales) tienen especial responsabilidad líderes empresariales, representantes institucionales, editores y responsables de redacción, temerosos de la repercusión negativa que para ellos pudieran tener las opiniones discrepantes con los planteamientos hegemónicos en ciertos sectores”, basta con mirar el dislate de la plataforma HBO al retirar de su oferta el clásico “Lo que el viento se llevó”, la cual es una artística representación de una época en la sociedad americana. HBO reculó y subió otra vez la película con la advertencia de que la misma puede herir sensibilidades, por cierto, la misma leyenda que se usa en películas con alto contenido de violencia, uso de drogas, lenguaje vulgar o sexo duro, por lo cual se podría afirmar, verosímilmente, que si Clark Gable estuviese vivo le hubiera sido rescindido su contrato con la MGM y lo hubieran linchado moralmente en las redes sociales.

Esos planteamientos, hegemónicos y dogmáticos, que antes solo se temían proviniesen de gobiernos autoritarios, ahora se generan también por parte de una sociedad convertida en intolerante en nombre de la tolerancia y “esta atmósfera sofocante dañará en última instancia las causas más vitales de nuestro tiempo…/… e invariablemente perjudica a quienes carecen de poder y hace que todos sean menos capaces de participar democráticamente”.

Afirman que estos postulados extremos y excluyentes se basan en un dilema entre la Justicia y Libertad que, según entienden los remitentes, no pueden existir la una sin la otra. Pero en ese análisis falta una premisa fundamental para explicarnos los extremos dogmáticos actuales, y es que la sociedad moderna ha vaciado de contenido esos conceptos, ha vaciado de “verdad” tanto la sed de justicia como el ejercicio de la libertad y se tiende a pensar que buscar la verdad o, inclusive, invitar a otros a buscarla, en un sociedad como la actual, defraudan a las personas pues no es lo que se entiende como “políticamente correcto”, que al final es una insustancial y peligrosa justificación para el esnobismo, para tener más seguidores en la redes, o para ser catalogado como moderno. 

Esa libertad / libertinaje social que se reivindica en la actualidad, es una permanente sensación de frustración de la sociedad de no ser obedecida en sus apetencias y esto conlleva por una parte, a la lógica actitud de rebeldía -violenta en muchos casos– de los pueblos y por la otra, a la complicidad por parte de líderes en el debilitamiento de los elementos contenedores de la vida democrática, todo ello justificado en el voluntarismo libertario de las masas y, por supuesto, anclado en la ausencia de valor y coraje del liderato.

Coinciden los escritores en señalar a aquellos actores de la derecha extrema como los propiciadores de la sociedad intolerante y admiten el peligro que significa que la izquierda –en respuesta a este planteamiento– se está radicalizando en similar proporción, pero en la acera contraria,  para dar respuesta a estos nuevos “dogmas” de comportamiento social, ya que esa “…conformidad ideológica que trata de imponer la nueva radicalidad –que tanto parecido tiene con la censura supersticiosa o de la extrema derecha- tiene un fundamento antidemocrático e implica una actitud de supremacismo moral…/… Por si fuera poco, la intransigencia y el dogmatismo que se han ido abriendo paso entre cierta izquierda, no harán más que reforzar las posiciones políticas conservadoras y nacional – populistas y, como un bumerán, se volverán contra los cambios que muchos juzgamos inaplazables para lograr una convivencia más justa y amable”

Como corolario del manifiesto, y su adhesión española, se alerta que todo estas fuerzas y gobiernos “antiliberales o iliberales” atenta contra los postulados básicos de una sociedad abierta,plural y democrática y termina siendo “inapropiada y contraria a los postulados de cualquier ideología que se reclame ‘de la justicia y del progreso’”.

Es la libertad humana el elemento diferenciador de nuestra especie, nos hace ser lo que somos, y por lo tanto su ejercicio conlleva un alto grado de responsabilidad individual y social. Creo que achacar el recrudecimiento de esta sociedad dogmática e intolerante a posiciones ideológicas, esquiva el problema de fondo, sometiéndola a parcialidades de pensamiento –derecha e izquierda-.  Indudablemente las posiciones de derecha han demostrado ser más intransigentes que las posiciones de izquierda, tal y como afirman los suscriptores de la carta, pero soslayan el asunto de fondo: lo que hay que cuestionar es la posición común que los hace escribir la carta consuno, y es el Liberalismo.

El Liberalismo siempre ha coqueteado, peligrosamente, con la anarquía, pues su bondad no solo radica en el uso de la libertad, sino en el uso de la libertad basado en el contenido ético “pret- a- porter”. Cuando los hombres nos auto – referenciamos como medida del bien y del mal, producimos un desorden social que solo lleva al caos.  Nuestro mundo occidental, y los sistemas políticos actuantes en el liberalismo, al rechazar los valores comunes de la moral judeo – cristiana que habían sustentado la vida en sociedad durante siglos, en nombre de una libertad individual que solo se atuviera a la ética como cada quien la supone para sí (cosa que rompió los hilos del tejido social común), es lo que ha permitido en muchos casos el caos y la violencia en la polis.  

@rodolfogodoyp

rgodoyp2009@gmail.com