Cuando la cuarta pared es electrónica
Por: Linda D’ambrosio.
Se ha dado en llamar cuarta pared al umbral invisible, imaginario, que deslinda el espacio en el que tiene lugar la acción teatral del espacio en el que permanecen los espectadores, testigos de cuanto sucede.
Esta idea, que ya había introducido Diderot hacia 1758, está enunciada con claridad por Stendhal en Racine et Shakespeare, cuando señala: “La acción ocurre en una sala en la que uno de los muros ha sido levantado por la varita mágica de Melpómene (…). Los personajes no saben que hay ahí un público”.
Dos conocidas actrices venezolanas, Catherina Cardozo y Nohely Arteaga, cual modernas Melpómenes, han desarrollado una plataforma para que el público pueda seguir disfrutando del teatro y contemplando a los personajes, a pesar de la distancia interpersonal y el confinamiento impuestos por el Covid 19. Y, para ello, se han valido de Zoom, el programa de videollamadas y reuniones virtuales, que tanto auge ha cobrado durante la pandemia: se dice que pasó de tener 10 millones de usuarios activos en 2019 a más de 300 millones a finales de abril de este año.
Este experimento tiene sus dificultades particulares. No se trata de teatro televisado: se trata de una modalidad en que los personajes interactúan cada uno desde su respectivo espacio, en tiempo real, en una dimensión compartida con el público. Los actores, así, abordan la complicada tarea de convencer al público, sin contar con la energía física que emana de él y de sus propios compañeros, a través de un canal cuyas posibilidades y limitaciones apenas van descubriendo sobre la marcha.
Uno de los encantos que ofrece Teatrozoom, que así se llama la plataforma, es la posibilidad de interactuar, tras la representación, con los actores y otras personas involucradas en la producción de la obra, como si de un foro se tratara. Catherine señala cómo, además, quienes se encuentran dispersos por el mundo recuperan así la posibilidad de seguir disfrutando del trabajo de sus estrellas más queridas. Sin embargo, aclaran, no se trata de crear producciones restringidas exclusivamente a la atención del público venezolano, sino de promover, precisamente, el intercambio cultural y la proyección internacional de los artistas. De hecho, una de las primeras producciones que ofrecieron fue Estoy rara, interpretada por el dúo cómico español Las Raras, conformado por Paloma Jiménez y Ángela Conde.
Este proyecto, en el que Catherina y Nohely cuentan con el apoyo de Hernán Pérez Pereira y Enrique Bravo, se propone constituir un espacio “de creación y acompañamiento para productores, emprendedores y creadores que deseen hacer sus presentaciones en la plataforma, donde tendrán un lugar para brindar alternativas hechas a su medida”, según explican. Pero también aspiran a ofrecer talleres de formación en distintas áreas del mundo artístico y del emprendimiento, desde y hacia cualquier lugar del mundo.
Y es que, en efecto, iniciativas de este tipo no solo atienden a las necesidades reales del entorno, sino que configuran una muestra de cómo reaccionar ante las dificultades inesperadas, innovando, investigando los recursos disponibles y hasta desarrollando modelos de negocio sostenibles.
Más allá de configurar un espacio de ensayo, de aprendizaje, de entretenimiento, de difusión, Catherina y Nohely son una inspiración para encontrar en cada cambio una oportunidad de desarrollo, para generar cosas que hagan mejor la vida de otros, y que nos permitan mantenernos fieles a nuestra vocación, creciendo en el nicho que hemos elegido profesionalmente. Auguramos a estas pioneras el mayor de los éxitos en el emprendimiento que investiga esta modalidad de teatro.
linda.dambrosiom@gmail.com
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