OPINIÓN

RECODO MARXISTA

Por:Rodolfo Godoy Peña

A raíz de la publicación del artículo Gruñidos Imperiales, que redacté para este medio la semana pasada, y mis afirmaciones sobre la instauración de una Guerra Fría en el mundo entre Occidente y Asia, liderado, por un lado por los Estados Unidos de Norteamérica y por el otro por China, con una aggiornamento de las armas pero incólume la visión ideológica de los bandos, he sido receptario de muy interesantes y diversas opiniones sobre el desplazamiento de China hacia el capitalismo -que algunos apellidan de Estado – y por lo cual, en esas opiniones, se hacen válidas las teorías de Fukuyama sobre el fin de la historia y la victoria indudable del liberalismo.

En la actualidad nos hemos acostumbrado, producto del aborregamiento general de la sociedad, a medir u observar las situaciones sociales y antropológicas desde el clivaje, desde el cliché, desde el lugar común. Nos hemos vuelto, a fuerza de pereza intelectual, en unos codificadores de la conducta para encasillarnos en conceptos que nos definen en el mundo. Todo en sistema binario. Aunque podría parecer un juego de palabras, sostengo que China no es un capitalismo de estado, sino que es un socialismo de mercado donde hay una adecuación en los medios pero que subyacen los postulados conceptuales del socialismo.  

Pero ese sistema binario de pensamiento que define a la sociedad contemporánea es la que lleva a muchos a creer que si en Guangzhou existe McDonald´s; o si el productor de teléfonos móviles chino Huawei desplaza a Apple hasta el 4to lugar del ranking mundial; o si Alibaba es la empresa china de mercadeo digital más grande del mundo superando a Amazon; o si TikTok se convierte en la red social de mayor crecimiento global a despecho de Facebook o IG, entonces todos esos son signos inequívocos de que el gigante asiático fue seducido por Adam Smith olvidando a Marx, y por lo cual como conclusión necesaria –y binaria-  China tiene que ser capitalista.

Pues no: Ronald no ha sustituido a Karl, y frente al peligro de aburguesamiento que podría sufrir la sociedad china olvidando sus valores marxistas, el Partido Comunista Chino ejerce una permanente vigilancia sobre el desenvolvimiento y la evolución de los cambios que le puede producir y produce este modelo de apertura hacia el exterior sorteando las “lacras” del capitalismo hacia el interior de su sociedad. De hecho el presidente Xi Jinping ha sostenido “que la desintegración de la Unión Soviética se dio porque dejaron de lado sus raíces comunistas” y no quiere que eso ocurra en su país.  Y aquí es necesario hacer unas acotaciones para acercarnos a China y su diametral distancia con los elementos fundamentales del capitalismo como sistema económico, yaque estese basa sobre la propiedad privada y la libertad de mercado, y con un claro objetivo como lo es la acumulación de capital individual. Es conceptual en el capitalismo que el control privado de los medios de producción equilibre las fuerzas de la sociedad civil con respecto a la del Estado, ya que eleva a los ciudadanos a la condición de propietarios, inversionistas y productores haciendo de ellos un poder alterno al político.

En China, por el contrario, lo primero que hay que destacar es el componente mínimo, cuando no inexistente, del derecho de propiedad. Cuando en 2007 se aprobó la Ley de Propiedad, habían transcurrido 13 años de discusiones dentro del partido comunista chino (PCCh) sobre ese proyecto de Ley; y aun siendo cierto que la propiedad privada en China ha ido evolucionando desde la instauración de la Revolución Cultural, no es menos cierto que ese derecho, y como se entiende en Occidente, carece de un elemento constitutivo fundamental como lo es el derecho a la libre disposición. En el caso de la propiedad individual, los chinos tienen derecho -en el caso urbano a 60 años y en el rural a 30 años– de ser “propietarios” de la casa o finca que le asigna el gobierno; y si bien la tierra sigue siendo del Estado, ésta puede ser usufructuada durante ese período, lo que plantea la duda sobre el futuro de las viviendas urbanas transcurrido dicho plazo, por mencionar solo un ejemplo.

China es ahora el segundo país que más empresas Global Fortune 500 tiene en el mundo, pero hay que precisar que casi todas ellas son empresas estatales organizadas dentro de grandes grupos corporativos, con un organismo central gubernamental denominado SASAC como accionista controlador final. EL PCCh al final de la pirámide es el concentrador societario de las empresas, pero aún más: la ley en China prevé que si la empresa tiene 3 o más trabajadores que pertenezcan al PCCh, dentro de esa empresa debe haber un comité dependiente de ese mismo partido que codirija la compañía.  Siendo que 90 millones de chinos pertenecen al PCCh es necesario decir que no hay empresa de cierta envergadura de China que no esté controlado por el Partido Comunista.

Jack Ma, el presidente y fundador de la empresa Alibaba -monstruo del comercio electrónico que ha desplazado a Amazon-,  es miembro dirigente del partido comunista. En el caso de Ren Zhengfei, ex militar chino, dueño y fundador del descomunal emporio electrónico Huawei es desde 1978 miembro del Partido Comunista; si es ByteDance, empresa desarrolladora de la aplicación TikTok, su fundador Zhang Yiming ha declarado públicamente su intención de promover la agenda del PCCh y en un informe recientemente revelado se demostró que 130 empleados de esa empresa pertenecen al PCCh, inclusive en cargos directivos. No se puede olvidar que la administración Trump ha esgrimido esta imbricación del PCCh para sabotear las redes 5G de Huawei en el mundo y la expansión de Tiktok en Estados Unidos.

China conserva una “economía planificada” propia del comunismo y alejada de los principios fundamentales del libre mercado. El PCCh, y el gobierno  al interior del país, deciden en cuales áreas económicas y cuantos recursos se pueden direccionar en sectores que se alineen con el plan de desarrollo del país; y para los inversores extranjeros se conserva lo que se denomina la Negative Lists  (Lista Negativa) donde se regulan las actividades que pueden desarrollar esas empresas al amparo del Estado,  estableciendo medidas administrativas especiales para el acceso de inversión extranjera en determinadas industrias o áreas de la economía.

China fue y sigue siendo hoy un régimen comunista, y ejerce un socialismo de mercado que le permite, con las armas de Occidente, prevalecer como alternativa al modelo del liberalismo, de modo que la reedición de la Guerra Fría es una repetición ideológica de dos modelos pero con armas similares en la intención de prevalecer. Lo explicaba Mao Tse-tung: “Por nuestra parte, cuando hacemos concesiones, retrocedemos, pasamos a la defensiva o nos detenemos, ya sea con relación a los aliados o a los enemigos, debemos considerarlo como parte del conjunto de nuestra política revolucionaria, como un eslabón indispensable de la línea revolucionaria general, como un recodo en un camino sinuoso”.

@rodolfogodoyp

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