OPINIÓN

VIRGENCITA, VIRGENCITA…

Por: Rodolfo Godoy Peña

Luego de las recientes elecciones en Venezuela, casi al unísono con los resultados emitidos por el organismo oficial que rige las elecciones, se comenzaron a publicar análisis con la intención de explicar lo sucedido.

Sin embargo creo que se puede afirmar, si temor a errar, que en la mayoría de los casos no son “análisis” de lo que sucedió sino más bien un montón de opiniones sesgadas y prejuiciadas porque la gran mayoría de esos analistas y opinadores reforzaron sus escenarios prelectorales con un resultado “que estaba cantado”. Por ejemplo, no recuerdo haber leído nada sobre las elecciones en el estado Cojedes donde la oposición ganó con un amplio margen, ni haber visto encuestas que dieran ese escenario como posible.  En todo caso los análisis del pasado siempre son “más acertados” que intentar hacer una incierta predicción de lo que esos eventos significan para el país, pero es indudable que si no se utilizan las premisas correctas la predicción será fallida.

Llama poderosamente la atención en esos “análisis” que todos sostengan que tanto la victoria como la derrota de la oposición son responsabilidad de la misma oposición, es decir que si ganó la oposición se explica por la unidad de las candidaturas o por la participación, pero si perdió es por la multiplicidad de candidatos o por la abstención. Curioso modo de interpretar a gusto los resultados, por demás muy superficial, pues según esas evaluaciones pareciera que el gobierno no compitió sino que se “dejó hacer” o -en el mejor de los casos- que el PSUV no ganó sino que dejó de perder.

No cabe duda que este modo de “analizar” es absolutamente coherente con el desatino estratégico de la oposición quienes tienen más de 20 años despreciando al PSUV y a sus seguidores, cómo si no fuese una realidad que de 29 elecciones realizadas desde el 1999 hasta ahora el chavismo ha ganado 27; que el PSUV tiene una maquinaria electoral que sería la envidia de la AD de la cuarta república; que han sido coherentes con su discurso ideológico – político; que renovaron sus cuadros a través de una elección primaria que depuró a sus candidatos; que tienen los recursos del Estado a su disposición para hacer campaña; que manipulan elementos institucionales a su favor; y que tienen una base de adeptos “duros” que suman entre el 25 y el 30 % del electorado que creen de buena fe (no son comprados, ni enchufados) en los postulados de la revolución, a los que se suman aquellos electores quienes frente al aquelarre que es la oposición y luego de constatar la actuación de algunos de esos grupos políticos hacen buena la expresión castiza: Virgencita, virgencita que me quede como estoy.

Esos “analistas” también se devanan los sesos explicando como la abstención fue determinante para la pérdida de la oposición pero sin mencionar lo obvio como que la abstención es un fenómeno transversal. Y es que si acudimos a los datos de las regionales de 2017 podemos verificar que la abstención se situó en un 39.9 %, menor que la de este último proceso, pero de igual modo el PSUV obtuvo la mayoría de las gobernaciones, porque es que intentar convertir el 80 % de rechazo que tiene el presidente Maduro como fórmula para ganar en el estado Delta Amacuro o la alcaldía de Carache, no deja de ser un disparate político; y digo disparate porque es intentar hacer creer que el 59 % de los venezolanos que no votaron, están todos contra el PSUV o que los disuadió María Corina Machado de acudir a los centros electorales. De haber sido así, estaríamos en presencia de la actriz política más formidable y de mayor pegada desde Hugo Chávez y quizás desde Rómulo Betancourt.   

No, la gente se abstuvo por varias razones, entre otras, el descrédito al acto electoral y el desprestigio de las opciones de cambio, pero sobre todo y es lo que se debe afrontar desde una perspectiva seria, es que nuestros compatriotas no ven ningún aliciente para votar y eso no tiene nada que ver con la “abstención activa” que quieren vendernos algunos sino que pareciera más bien la desilusión con unos eventos que no representan ninguna esperanza y, lo que es más grave aún, con el desencanto del venezolano con los conceptos abstractos de la democracia ya que no logra conectar en su día a día como una mejora sino como vaciedades carentes de impacto en la realidad.

A despecho de aquellos que afirman que en esta elección “nadie” ganó habría que preguntarle a Manuel Rosales o a Freddy Bernal como se sienten al respecto; sin embargo, a mi juicio, se avanzó en elementos que nos permiten afirmar que estamos mejor que antes del 21 de noviembre porque cómo lo he venido escribiendo, el evento electoral sirvió para desarticular a ese grupo opositor que solo se plantea el camino de la violencia (invasiones, guerra civil, golpes militares, etc.) para tener acceso al poder y como única herramienta de solución a nuestros conflictos políticos y económicos. Los resultados del 21-N contribuyen -¡por fortuna!- al acelerado desgaste de ese sector de la oposición que ha sido el primer impulsor de la abstención como método de cambio en el país y de la inacción como motor político.

Otro avance post 21-N es que la inmensa mayoría de los candidatos opositores perdedores no ha alegado fraude (algunos incluso reivindicándose de actitudes pasadas como es el caso de Henri Falcón), práctica que venía siendo costumbre en todos los procesos electorales porque según estos malos perdedores la oposición nunca perdía, no era minoría sino que siempre le hacían trampa.  También es alentador el castigo que se le aplicó a los dirigentes políticos opositores veleidosos de los últimos años ya que los 3 gobernadores ganadores los son todos de la era pre – chavista. Es, sin duda, la lección del pueblo de Venezuela para muchos advenedizos políticos que no son más que un producto de las redes y de los medios, y a los cuales se les pasó la factura por su infantilismo político. No deja de ser un gran avance que venezolanos con el bagaje político de Rosales, Galíndez y Rodríguez sean los interlocutores con el gobierno nacional.

Se abre un nuevo camino de cambio para Venezuela, algo de lo que yo estaba convencido y por lo cual hoy me lisonjeo al haber acertado sobre la inteligencia de nuestro pueblo. Venezuela se ha dado la oportunidad de abrir un nuevo capítulo en su historia política y tengo la esperanza certera de que es el inicio del cambio.

@rodolfogodoyp

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