OPINIÓN

El que nace barrigón…

Por: Miguel Peña Samuel

El acento venezolano ya es un referente en muchos países hispanoparlantes gracias a las diversas oleadas de emigrantes que han recibido durante los últimos veinte años. Muchas palabras, modismos e inflexiones ya son reconocidos como un sello identificador de la forma de hablar de los venezolanos. Ese “cantadito” del venezolano se ha convertido en un referente internacional. Premonitoriamente la compositora caraqueña Conny Méndez hace más de 50 años retrató en una canción esta expresión que recorre el planeta: “Ya por el mundo se dice, Venezuela habla cantando”.

Pero esa musicalidad al hablar va acompañada de mucha guasa, picardía y de gran creatividad para expresar lo que se piensa, lo que se siente. En una entrega anterior abordamos una serie de frases populares que mezclan elementos gastronómicos con toques de ironía, humor, doble sentido y mucha chispa criolla. En esta oportunidad me referiré a los refranes heredados de la tradición europea que han sido transmitidos de forma oral, de generación en generación, atesorando en ellos parte de la sabiduría popular.

Según la Real Academia de la Lengua Española, un refrán es un “dicho agudo y sentencioso de uso común” a través del cual se pueden expresar recomendaciones de vida, parámetros éticos y morales, enseñanzas o moralejas. Se trata de expresiones que en pocas palabras puede transmitir una carga importante de conocimientos ancestrales empíricos, usando figuras literarias como la metáfora, el símil, la hipérbole o la anáfora para sentar posiciones ante temas tan diversos el trabajo, la vida cotidiana, las relaciones sociales, el paso del tiempo, el clima y la cocina, llegando incluso a sugerir soluciones para sortear dilemas o situaciones complicadas. Suelen presentarse en forma de rimas, consonantes o asonantes, lo que los hace de fácil recordación.

La cocina, sus insumos, sus preparaciones y algunos aspectos colaterales son protagonistas principales de buena parte de nuestro refranero. El sentir popular ha echado mano de su cultura gastronómica para expresar sus puntos de vista o fijar pociones ante hechos de la cotidianidad, resaltando y perpetuando con ello muchos de los ingredientes de su canasta alimentaria, de los procesos culinarios y hasta parte de la historia gastronómica del país. Aunque el uso de refranes ha disminuido significativamente, siendo el caso que muchos de los utilizados por las generaciones precedentes han perdido impacto por no contar con la contextualización necesaria para hacerlos comprensibles.

Como a nadie le amarga un dulce, compartiré algunas golosinas de nuestro refranero, sin pretender incluir en esta entrega todas esas expresiones del saber popular vinculadas a la gastronomía, cosa que resultaría muy temeraria. No será lapa pero tampoco es mala cacería.

Hemos escuchado a nuestras madres y abuelas decir que: cada quien nace con su arepa debajo del brazo, refrán derivado de una expresión más universal que dice que: todo niño nace con su pan debajo del brazo. Es uno de los refranes o dichos más populares en toda Hispanoamérica y seguramente en cada país se adaptará al amasijo más consumido del lugar. Otros refranes intentan predecir el futuro del recién nacido: el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito o su equivalente: quien nace lechón seguro que muere puerco.

Con ese tono jocoso del venezolano encontramos refranes que expresan el valor del esfuerzo personal para alcanzar las metas con frases como: el que no pila no come arepas o para sacar chipichipi tiene que mojarse el rabo. En contraposición, dichos como: camarón que se duerme se lo lleva la corriente advierten acerca de que la holgazanería no es buena compañera.

La tan criticada, pero muy generalizada, viveza criolla es expresada en frases como: cuando el mango está bajito no falta el aprovechado o la más difundida, cachicamo trabaja pa’lapa, puesto que lapa duerme en la cueva que’l cachicamo ha escarbao. También actitudes reprochables como el egoísmo (Cada quien hala la braza para su sardina) o la avaricia (El que asa dos conejos, uno se le quema), son expresadas a través de muchos refranes que intentan hacerlos evidentes. Si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada, es una clara invitación a no desaprovechar oportunidades o su contraparte negativa: cuando el año es frijolero, del cielo llueven las vainas. La inevitable fatalidad.

Cuando se quieren despejar las falsas expectativas que una persona pueda tener basta con advertirle con humo no se asa jojoto pero si se trata de consolarla por algún error cometido se le da una palmadita en la espalda a la par de susurrarle al oído, tranquilo, hasta la mejor cocinera quema las tajadas. Sentenciamos, el que se pica es porque ají come si intuimos que alguien se sintió aludido por nuestros señalamientos y cuando sentimos que están abusando de nuestra paciencia solemos exclamar: bueno el cilantro, pero no tanto.

Como la masa no está para bollos, especialmente en tiempos tan difíciles como los actuales hay que tener mucho cuidado con quienes nos asociamos en proyectos o negocios puesto que muchas manos en la olla ponen el caldo morado. En estos contextos tumultuosos hay individuos más peligrosos que una aguja en una hallaca o un tetero piche, de los que hay que cuidarse. Pero cuando el error es cometido hay que asumir las consecuencias porque no se puede recoger la leche derramada.

Lo mejor es llamar las cosas por su nombre, es decir, al pan, pan y al vino, vino. Las costumbres muy arraigadas son reflejadas por refranes como: perro que come manteca, mete la lengua en tapara; cochino que come pollo cuando ve pluma suspira o gallina que come huevos, ni que le quemen el pico. Recuerden siempre que, aunque el marrano sea blanco, la morcilla siempre es negra.

Apuntaba Santos Erminy Arismendi en su libro titulado Refranes que se oyen y dicen en Venezuela(1950): “Negar que los refranes, proverbios, adagios y sentencias son en la vida nacional como el libro de filosofía del pueblo, es dejar de reconocer la enseñanza que la experiencia ofrece y entre las masas va de generación en generación”

De este maravilloso libro les dejo una pequeña lista de refranes que, ya han desaparecido del uso cotidiano pero que están resguardados en sus páginas como testimonio de una Venezuela que reconocía su patrimonio gastronómico, lo incorporaba a su habla habitual logrando de esta manera preservarlo para la posteridad.

Ni chingo sopla fogón ni caimán muere ahogao.

Zamuro no cae en trampa ni con pisillo e venao.

No se pue calentá topocho en un fogón apagao.

Pa’ que pide chicharrón el que ya está esdentao.

Pa tené la leña segura tenga su burro amarrao.

El que pide catalina no le dan queso rallao.

@miguepesam