OPINIÓN

LA TONTERIA EUROPEA

Por: Rodolfo Godoy Peña

El mundo está cimbrado. Rusia invadió Ucrania. A pesar de que hubo signos evidentes, informes de inteligencia, eventos previos y advertencias de Rusia, se omitió todo análisis prudente del preconizado aumento del conflicto, especialmente por la negligencia en analizar las señales y sus consecuencias.

Todo conflicto político se genera por una sobrevaluación de las propias fortalezas y por la subvaluación de las del contrario, y eso fue lo que llevó a los socios de la OTAN, capitaneados por los Estados Unidos, a omitir las exigencias de uno de los países más poderosos del mundo.

La guerra es criminal y los actores que la incitan son los autores de esos crímenes pues desafían el marco de los derechos humanos casi hasta el punto del colapso. Ninguna guerra es la continuidad de la política por otros medios – como equivocadamente afirmó Clausewitz-, ya que no puede haber algo más antipolítico que hacer sufrir a una población indefensa, inocente y ajena a la decisión de la guerra a tener que morir, a ver morir a sus hijos, a pasar hambre y a perder sus posesiones. ¿Qué acción política puede haber en hacer sufrir a una sociedad indiscriminadamente?

Ningún conflicto armado es una situación “ganar – ganar” porque jamás puede haber éxito ni sensación de victoria sobre los cadáveres de personas inocentes. Estas conflagraciones se resuelven como un total desastre para todos los involucrados; y en este caso concreto toda Europa lleva y seguirá llevando la peor parte. Los miembros europeos de la OTAN han actuado como los “tontos” útiles de un conflicto ajeno a ellos y del cual no tienen posibilidad de salir “bien” parados porque acicateados por los intereses de uno de sus miembros se “montaron en un tigre” del cual les será muy difícil bajarse frente al riesgo de ser devorados. Los europeos alentaron un conflicto siendo quienes tienen más que perder.

Los países de la Unión Europea / OTAN compraron el discurso occidental – contra sus propios intereses -, de que su principal socio energético era “un” enemigo, todo lo cual está alentado por los Estados Unidos quienes están muy necesitados de revivir la bipolaridad para justificar su propia supremacía. Y fue gracias a ese error de entendimiento que no les pareció importante a los gobiernos de Europa, ni entender las razones de Rusia, ni tratar al presidente Putin como un igual, ya que según su dinámica a los enemigos no se les entiende, sino que simplemente se les combate.

Ahora bien, reiterando mi absoluto repudio a cualquier guerra hay unos elementos que creo válido analizar para intentar entender el conflicto ucraniano.

La debilidad de Rusia tras la desintegración de la URSS permitió que los Estados Unidos consolidaran su dominio en la Europa aliada a través de la OTAN. También le permitió expandir su influencia a través de los países del este de Europa, a despecho de varios acuerdos suscritos y violados por parte de la OTAN en los cuales se comprometían a no expandirse militarmente en lo que para Rusia era su zona de seguridad.

Esta violación sistemática a los acuerdos viene desde 1999 cuando la Alianza incorporó a Hungría, Polonia y la República Checa. Luego en 2004 se incorporaron Bulgaria, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, Letonia, Lituania, Rumania, Montenegro y Macedonia del Norte, todos ellos países que habían pertenecido al Pacto de Varsovia como Yugoslavia; o que había formado parte como república de la URSS. Desde esos tiempos se inició el cerco contra Rusia mediante la instalación de bases militares cada vez más cerca de sus fronteras.

La Alianza fue incorporando países con profundos e insalvables conflictos étnicos, que a raíz de la disolución del URSS perdieron lo que coercitivamente los identificaba, ya que eran nuevas naciones que contenían poblaciones y etnias divididas entre la nueva identidad nacional y los rusófilos, pues al fin de cuentas, los unía el tronco común de ser naciones de origen eslavo.

Pero no solo fue sumando países al cerco territorial militarmente amenazante a la Federación Rusa a través de la OTAN, sino que los países de Occidente han soliviantado un sistemático conflicto étnico en esas naciones con la intención de separarlas de la esfera de la influencia rusa y con la intención de derrocar a los gobernantes pro-rusos tal y como sucedió con el EuroMaidán. De esa forma se azuzó un conflicto étnico en Osetia del Norte donde se dividió esa región perteneciente a Georgia mediante una guerra civil que llevó a la escisión. O en el caso de Moldavia, Chechenia, y últimamente el Donbass, que es por donde se inicia la guerra en Ucrania.

El caso del Donbass tiene unas connotaciones alarmantemente xenófobas que no habían sido visibles en los previos conflictos. Nunca había tenido tanta cobertura mediática el odio racial, ni tanta impunidad e indiferencia de la comunidad internacional un evento xenófobo de tal magnitud. Desde el derrocamiento del presidente prorruso Víktor Yanukóvich el país entró en un espiral de persecución contra la población prorruso que es casi el 50 % del total de los ucranianos, con especial concentración en las regiones de Donetsk y Lugansk donde han muerto desde el 2014 más de 2000 civiles prorrusos y rusófonos, y ha generado la friolera de 90.000 refugiados.

La deposición del presidente Yanukovich y la llegada al poder del presidente Poroshenko apoyado por la UE intensificó la acción racista del gobierno ucraniano, llegando al punto de que en los medios de comunicación y en los foros públicos se debatía abiertamente sobre la primacía del nacionalismo ucraniano que pasaba necesariamente por la aniquilación o extinción de toda la población rusa o prorrusa dentro del país. Se aupaba un genocidio en toda regla y ni el gobierno -y tampoco la OTAN- atendieron la situación. Valga este esclarecedor detalle: la última resolución de la ONU contra la glorificación del nazismo ha sido sistemáticamente votada en contra únicamente por dos países año tras año y uno de ellos es Ucrania.

Europa se hizo un flaco favor enganchándose como una tonta en una situación explosiva en la que nada puede ganar, mientras que el presidente Putin tiene más de dos décadas reconstruyendo el poder de Rusia después de la caída de la URSS. La OTAN después de acorralar fallida y torpemente a Putin, no le queda más que aspirar con las “sanciones” intentar frenar al ruso.

Rusia provee hoy casi el 60% del gas y combustible a Europa así que si el Kremlin decidiese cerrar el flujo puede ser muy complicado para los europeos. De hecho, Moscú ya tiene planes de desviarlo hacia China y la India (aquí es bueno revisar cuales países del Consejo de Seguridad se abstuvieron de votar la resolución condenatoria de ayer).

Rusia desde el 2020 empezó a enviar gas a través de Turquía disminuyendo la dependencia del gaseoducto que atraviesa Ucrania. A Europa le quedaría comprar gas licuado a los Estados Unidos, que es más caro, carece de infraestructura para procesarlo y apenas tendría 10 meses para resolverlo antes de la llegada del próximo invierno. Haber detenido por parte de Alemania la culminación del NORD STREAM 2 – lo cual no es una sanción contra Moscú pues no está en funcionamiento – ya de por sí aumenta el riesgo la seguridad energética de la UE, pero sería peor aún para Ucrania que Rusia dejase de surtir gas a Europa a través de ese país, ya que el 70 % del combustible que usa ese país provienen de allí. De hecho, desde el 2014 Ucrania tiene una deuda con Rusia – ya compensado con las regalías por derechos de paso – de más 6.500 millones, la cual siendo Ucrania el país más pobre de Europa, es mucho decir. Energéticamente Occidente no puede hacer movimientos radicales económicos contra Rusia, sin poner a toda Europa en un brete de proporciones graves.

Rusia ya tiene mucho tiempo enfrentando sanciones y en buena medida ha logrado sortearlas con la ayuda de la primera potencia económica del mundo y primer socio comercial de la Unión Europea, China. China también ha logrado a través de su sistema financiero crear una alternativa al sistema Swift, lo cual da seguridades a Rusia frente a una eventual, pero improbable, desconexión total de su sistema bancario para seguir funcionando a través del CIPS chino.

En el caso de que Rusia decidiera mantener el suministro de gas y combustible hacia Europa como hasta ahora, la UE tendría que violar sus propias sanciones para poder pagarle las facturas a Putin. Y como si fuera poco, tendrán que hacerlo a través de los chinos.

Por otra parte, si se suman todas las fuerzas militares europeas, no se comparan con el poderío militar ruso, de modo que luchar contra Rusia no es una opción, pues si bien, Estados Unidos pudiera intervenir – que no lo hará – China podría hacer lo mismo. Si Ucrania es una zona de seguridad para Rusia, Rusia lo es para China por el frente occidental. Esto desembocaría en una nueva guerra mundial. 

Desde el 2014 Rusia ha presupuestado los ingresos petroleros a 40 dólares el barril de aquí que el excedente le ha permitido ir acumulando reservas internacionales y criptomonedas a pasos agigantados. De hecho, hoy día se calcula tienen más de 680.000 millones de dólares en reservas lo que le permitiría sortear durante un largo tiempo el efecto de las eventuales sanciones que le pudieran ser impuestas; y mientras que su deuda es apenas el 20 % del PIB, la de Europa es del 60 % y la de USA es del 200 %.  Putin preparó a Rusia para volver a ser, con fuerza, un elemento decisorio en el panorama mundial.

Me parece que Europa jugó mal sus cartas y desestimó a Rusia y ahora está entrampada en una guerra que para ellos es solo discursiva y los muertos los pone Ucrania. Los europeos tontearon con la idea de que Putin no conjuraría la amenaza para Rusia, intentando disuadirlo con amenazas que resultan más dañinas para ellos mismos, o con noticias sesgadas a través de los noticieros occidentales. El Kremlin había dado señales inequívocas de que era capaz de resguardar su zona de seguridad a cualquier precio, cómo lo hizo en Crimea y, en vez de debilitarse por ello, ha aumentado su capacidad de imponerse y de prevalecer, pues son una nueva realidad geopolítica con la que hay que convivir.

La única solución que le queda a Europa para dejar de ser los tontos útiles de este lamentable episodio es impulsar las negociaciones con Rusia – a través de Ucrania que es la verdadera víctima de esta tragedia -, pero ahora en una situación de debilidad, tendrán que negociar con el invasor. Del ámbito diplomático nunca se debió salir, pues como decía Sun Tzu: “Ganará quien sabe cuándo luchar y cuándo no luchar”.

@rodolfogodoyp     

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