OPINIÓN

DESCOLOCADOS

Por: Rodolfo Godoy Peña

En 1904 hizo clímax la confrontación entre las empresas de intereses norteamericanos y las nacionales por el control de la extracción de asfalto en el oriente del país, específicamente en el Lago de Guanoco, el reservorio de asfalto más grande del mundo ubicado en el estado Sucre.

Por un lado, estaba la New York and Bermúdez Company, a quien le había sido otorgada la explotación del lago por el presidente Guzmán Blanco y, por el otro estaba la empresa La Felicidad que, por un error en la delimitación de la concesión de la Bermúdez, se le había entregado una autorización de explotación en la misma zona que se solapaba con la anterior.

El asfalto que extrajo la Bermúdez había servido para pavimentar entre otras cosas toda la costa este de Estados Unidos, especialmente las calles de Nueva York y Washington por lo cual era de interés estratégico para su gobierno; y en concordancia con eso, y frente a las políticas nacionalistas del presidente Castro, esta compañía se convirtió en una de las principales financistas de la fallida revolución del general Manuel Matos en contra del gobierno venezolano, razón suficiente para que la República, invocando un incumplimiento sostenido del contrato de concesión (alegato rigurosamente cierto, por lo demás) activó judicialmente la rescisión del mismo en la Alta Corte Federal y empezó a favorecer a La Felicidad, empresa más pequeña, con mayor participación de capital venezolano y competidora directa de la Bermúdez.  

Frente a esta arremetida del gobierno venezolano la New York and Bermúdez Company se opone alegando los daños a sus intereses que le ha causado la situación política en Venezuela (el mismo alegato que motivó el bloqueo europeo a nuestras costas dos años antes) y reclama daños al Estado venezolano, pero, además, solicita la intervención directa del gobierno norteamericano para que doblegue al general Castro.  Y, en efecto, el gobierno norteamericano se entremete y por conducto de nuestro embajador el Dr. Veloz Goiticoa, le trasmite al gobierno del presidente Castro su interés para que deje de favorecer a la competencia de la Bermúdez y para que desista del juicio de recisión en los tribunales venezolanos y que someta la diferencia a un arbitraje.

Cuenta el Dr. Veloz que Castro personalmente le telegrafió en estos términos: Dígale a Secretaría de Estado, antes de contestar su ultimátum, quiero me diga si EUA reconoce la independencia de Venezuela, mensaje que el embajador trasmitió a las autoridades norteamericanas de inmediato.

Cuenta el historiador Vicente Lecuna, que ante esa repuesta de Castro el secretario de Estado norteamericano Mr. Root tuvo que disuadir al presidente Roosevelt de usar la fuerza militar con el envío de unos acorazados contra Venezuela, esgrimiendo el funcionario la imprudencia de esa decisión cuando hacía muy poco se habían visto obligados a enfrentar, ante la opinión pública de Estados Unidos y del mundo, la delicada situación que habían creado en Panamá al escindirla del territorio de Colombia para poder tener control sobre el Canal. Obviamente también alegó el Secretario de Estado que esa decisión militar ponía en peligro el suministro de asfalto desde Venezuela que era tan necesario para la modernización del país.

Castro logró someter a la Bermúdez al ordenamiento legal venezolano y esta siguió funcionando bajo nuevas reglas hasta 1946; y con esta acción el presidente Castro había abortado la amenaza internacional, toda vez que en el orden nacional ya había pacificado al país con la extinción de los caudillos.

Este capítulo de nuestra historia vino a mi memoria a raíz de la reciente visita que hicieron los delegados del gobierno norteamericano al presidente venezolano Nicolás Maduro Moros en Caracas. Luego de la ruptura de relaciones entre ambos gobiernos hace más de seis años, un evento mundial – en este caso la guerra en Ucrania – reacomoda todo el tinglado geopolítico del mundo y pareciera favorecer de nueva cuenta al gobierno venezolano. A despecho de múltiples versiones que corren entre redes sociales, opinadores y medios de comunicación, todas ellas carentes de fundamento real, pues ningún participante de la reunión y tampoco los gobiernos de manera oficial han desvelado lo tratado en esa reunión, es obvio que la misma ha tenido efectos inmediatos en ambos países.

Lo primero que salta a la vista como una realidad incontrovertible es que el gobierno norteamericano abandona la política del “poder dual” que había auspiciado con la autoproclamación como “presidente” del exdiputado Guaidó en 2019: desde el arribo del gobierno demócrata la posición de este país se fue diluyendo paulatinamente en su apoyo al “gobierno” interino, el cual ya había perdido dentro de Venezuela todo poder de convocatoria y había dejado de ser un factor de cambio -o perturbación- política en la vida nacional.

Lastrado por la corrupción, las promesas incumplidas y las desavenencias dentro de la oposición se erosionó seriamente la posibilidad de seguir adelante con el despropósito de tener un gobierno interino de contrapeso al poder real. El hecho de que el presidente Maduro reciba a la delegación oficial enviada por el presidente Biden en Miraflores – con todo lo que ello implica – no deja lugar a dudas.

En esa reunión estuvo presente el Embajador “ante” Venezuela, James Story, nombrado por el presidente Trump frente a un gobierno ficticio, quien, al no haber recibido el plácet del gobierno de Maduro “ejerce” funciones desde Bogotá. Más allá de esta grotesca postura diplomática -y a pesar de la “misión” encomendada por Trump- tuvo Story que someterse a la realidad y presentarse ante el presidente Maduro en la sede del único gobierno de Venezuela. Si algo puede concluirse es que esa reunión tuvo como víctima propiciatoria al “gobierno interino” y que fue la puntillada final a toda la faena que estaba haciendo el gobierno norteamericano para librarse del error cometido con esa bufonada. Probablemente eso será emulado por el mismo cambio de actitud en la Unión Europea.

¿Qué entregó el gobierno de Maduro a cambio de ese reconocimiento expreso como presidente de Venezuela? ¿En qué cedió ante la delegación de Biden?  Pareciera que en nada y que el costo fue cero. El hecho de liberar a un ejecutivo de Citgo – quedaron 5 en prisión – y a un turista norteamericano se reputa como un costo ínfimo, ya que en poder de Venezuela sigue habiendo “rehenes” del gobierno como moneda de cambio -muchos más de los que liberó- así que parece haber sido más una medida humanitaria que política. Y otros se preguntan, también: ¿La reactivación del diálogo podría ser otro elemento que pareciera habérsele concedido a los Estados Unidos, inclusive con la intención por parte de la administración Biden de resucitar a Guaidó como contraparte? Me temo que la respuesta es fácil y es no.

Hace como un mes escribí un artículo llamado MEXICO LINDO Y QUERIDO, donde afirmé que Nicolás Maduro no volvería a México pues no tiene necesidad de hacerlo, toda vez que las elecciones de gobernadores fueron demoledoras para esa Mesa de Diálogo: por un lado en Venezuela ya no hay ningún conflicto político que conjurar y hasta los radicales entraron por el aro y, por la otra, la oposición de Venezuela sea quien fuese no tiene cualidad para estar ahí sentada porque no tiene nada que entregarle a Nicolás Maduro, ni nada con lo cual amenazarlo. El presidente Maduro sabía que con quien tenía que negociar era con Biden y la reunión en Caracas así lo demostró.

Para Maduro convocar unos “diálogos” no reviste ningún costo y de hecho será un premio político para él porque hará una demostración al mundo de amplitud, de modo que nos atrevemos a vaticinar que el gobierno reunirá a un número altísimo de “opositores” (tal vez en “El Poliedro o en el “Brígido Iriarte” para que quepan todos) y luego dejará que se devoren en sus propias contradicciones, y se agredan y dividan entre ellos, pues todos querrán figurar como la “verdadera” oposición.  

El alegato de la seguridad energética y del excesivo acercamiento de Venezuela a Rusia -y por lo cual Estados Unidos quiere atraerla a su esfera de influencia- pareciera más bien un discurso para aliviar la posición de Norteamérica por parte de quienes pasaron de ofrecer una recompensa multimillonaria por la cabeza de Maduro a sentarse en su oficina, todo ello sin solución de continuidad; ya que, es un viraje muy difícil para que Biden se lo venda digestible a los actores políticos en este país. Creo que la administración americana perdió más de lo que ganó.

Venezuela ha logrado esquivar lo más duro de las sanciones con la alianza de Rusia, Irán y China quienes están cambiando el equilibrio de poder en el mundo. En buena medida esas alianzas se produjeron por la acción del propio gobierno norteamericano, de modo que no parece razonable que Maduro cambie la constancia de sus actuales aliados por la volubilidad del apoyo norteamericano. Y, por otra parte, la situación como está, sin tener que aumentar la producción y sin desviar al mercado norteamericano parte de su producción, le producirá a Venezuela por el alza de los precios un incremento significativo en los ingresos petroleros. Con la misma producción Venezuela ingresará mucho más dinero, y el alza del petróleo no pareciera temporal, ya que con la invasión rusa a Ucrania se desató una escalada que no avizora poder detenerse en el corto plazo.

Maduro, como Cipriano Castro en su época, pacificó primero las convulsiones internas y después alivió las externas y, a todas esta, acaricia la idea de reelegirse en 2024 por lo cual la oposición debe hacer una lectura correcta del momento actual para llegar allá siendo una alternativa real al PSUV, pues por ahora están todos descolocados con los eventos.

@rodolfogodoyp

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