OPINIÓN

COSIFICACIÓN

Por: Rodolfo Godoy Peña

Es realmente escalofriante como se intensifica el proceso de degradación intelectual de la sociedad moderna. Ver con preocupación como se van afrentando las nociones de arte, belleza, bondad en una mezcla de “buenismo” sensiblero y una ristra de vulgaridades que intentan acabar con los valores más sublimes del hombre en un intento del sistema consumista de nivelación bastarda y forzosa del “sujeto” para convertirlo en “objeto”. El hombre va perdiendo lo que lo hace “ser”.

Más peligrosa que la nivelación atribuida al marxismo con el fin de extinguir las clases sociales, es la nivelación del capitalismo donde se despersonaliza al hombre para asimilarlo al miembro de un rebaño que sea capaz de consumir los mismos valores y productos, masivamente y haciéndole creer que eso lo hace “más” libre.

Esta última pareciera más grave, pues si es verdad que en un régimen totalitario comunista nadie se llama a engaño sabiendo que el éxito de ese sistema es, de suyo, un atentado a la libertad humana, por el contrario, el sistema moderno de la sociedad capitalista logra hacer creer al hombre que la alienación que sufre es parte intrínseca de su “libertad” y así lo convierte en un consumidor aletargado y sumiso a lo que se le quiera vender o proponer como valor social.

En algunas áreas este embrutecimiento intencional del hombre se hace disimulado, pero sus consecuencias son patentes para los individuos de una sociedad determinada. En otros casos el nivel de afectación es más amplio y de mayor repercusión.

Por directísimos intereses familiares desde hace muchos años sigo la actualidad de la sociedad española, vinculo que se ha ido incrementado con los años y no deja de sorprenderme el deterioro profundo y acelerado de la vida social en España que se hace muy evidente en su casta política. Los niveles de corrupción son alarmantes dentro de los partidos políticos, tanto en el deterioro ético de las relaciones interpersonales como en la radicalización de los discursos como el feminismo o el lenguaje inclusivo; y no es que no se den aquí en los Estados Unidos, pero en este país se van incorporando cambios en ese sentido con más naturalidad y que serían más equiparables a logros ciudadanos que al rifirrafe violento e incivilizado que representan esos temas en la sociedad española.

Y no queda sino preguntarse, ¿cómo una sociedad se ha podido acercar tanto a la ramplonería luego de ser cuna de lumbreras como Cervantes, Dalí, García Lorca, Velásquez, Bécquer, Albéniz, Goya o Antonio Machado? y así, una pléyade de artistas, en todas las áreas, que son referentes en el mundo y muestra de una culta y muy civilizada sociedad.  Creo que algún indicio podríamos atisbar si damos una mirada a las parrillas de programación de la televisión española empeñadas en animalizar a los españoles a través de –quizás- los programas más despreciables que se pudiesen ver en la televisión de cualquier país.

Las televisoras españolas sistemáticamente han logrado embrutecer y banalizar a la sociedad española convirtiéndose en unos difusores de lo más chabacano, prosaico, chismoso y escabroso de los personajes públicos españoles, todo ello disfrazado de programas de debates donde unos denominados “tertulianos” comentan maliciosamente sobre las intimidades más escabrosas de otros con la intención de tener mayor ratings que la competencia, de modo que cada planta televisiva va escandalizando más y más. Mientras más inelegante es el nivel de sus programas más audiencia, renunciado a la función formativa de los medios de comunicación masivos.  ¡Cuánta falta le hacen a la sociedad española muchos programas del corte del “El Loco de la Colina”!

Ahora bien, si en este caso el deterioro social podría tener una explicación que atañe solo a una sociedad determinada como es el caso de la española, más grave aún es cuando es el arte el que se vulgariza para todos con la intención de vender más y de convertir al hombre en un comprador masivo, ya que el arte es la manifestación más sublime de la creatividad humana pues como acertadamente afirmaba Kant “la belleza artística no consiste en representar una cosa bella sino en la bella representación de una cosa”. Es ese talento de los artistas que a través de si, y gracias a su técnica, plasman lo bello; y es lo cierto, que en esa escala la música permite la percepción más “física” de la belleza por las emociones que transmite.

Lamentablemente el arte que ha sido más desnaturalizado en el sistema moderno consumista es la música la cual se ha ido degradando con el paso de los años gracias a los medios de comunicación y a las empresas del sector que les interesa mantener a los sujetos en una total ignorancia y en un conformismo extremo para que consuman un “arte” de poca calidad, fácil de digerir y que no busca la elevación sino el consumo masivo del producto. Esto tiene un impacto social que puede ser muy nefasto.

Es alarmante que en los últimos años uno de los artistas musicales más nominados a los Grammys o Billboard sea “Bad Bunny”. Hay que aclarar que el pomposo nombre de “academia” que se le da a la organización detrás de los Grammy no está integrada por académicos sino fundamentalmente por personas de la industria de la música; es decir, no son necesariamente expertos en música, pero si expertos en vender. Y en el caso de Billboard es una revista que hace la selección por rendimiento “económico” de la obra. En ambos casos el arte se somete al consumo.

El impacto de esta degradación del arte musical se nos hace evidente a los padres, y cuando son hijas es más apremiante volver a decirles frente a mensajes dentro de la “música” premiada del “conejo malo” que ellas no son una “cosa” con otra “cosa” para que otra persona animalizada se desfogue con ellas, ya que el amor no es eso, sino que es mucho más. Es, en el fondo, ayudarles a entender la contradicción de propugnar un “feminismo” liberador pero que cada día las convierte más y más en “objeto”, en “cosas”, en “esclavas”, y a quienes la sociedad moderna solo le interesa evaluarlas por una sexualidad deshumanizada. Finalmente es transmitirles que por motivos económicos esta sociedad pretende fracturarlas desvinculando su intimidad de sus sentimientos y que la sexualidad es un don valioso -parte integrante de todos- y que lo que nos diferencia de los animales es que podemos sumar el alma al cuerpo pues, a fin de cuenta, el “perreo” es para los perros.

@rodolfogodoyp     

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