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La derecha, la izquierda y la mafia internacional

Los conceptos esbozados sobre derechas e izquierda en este contexto, demuestran que en la práctica sino dejaron de existir como corrientes, se encuentran en una profunda crisis existencial. Basta con ver a Vladimir Putin y a sus aliados que van desde Díaz Canel, Maduro y Daniel Ortega hasta Jair Bolsonaro y Alexander Lukashenko, en una melcocha ideológica impensable, para decir categóricamente que esa crisis existencial es realmente severa.

Hoy día, de un lado del mundo existen naciones con gobernantes que respetan la democracia y sus reglas, sin importar la ideología de la que provienen y del otro lado están los bandidos, malhechores y delincuentes, que arropados en el supuesto de que son presidentes de sus naciones, se han puesto de acuerdo en conformar una mafia internacional, por medio de la cual instauran regímenes totalitarios que les permiten servirse del estado para actuar a sus anchas, sin importar a cuantos tengan que matar, encarcelar, torturar o desterrar.

Es así por ejemplo, que un avión cargado de armas o dinero puede salir de Moscú a Caracas sin problemas en su revisión y éste mismo avión salir de Caracas a Managua cargado de oro, sin preocuparse por las aduanas, porque quienes se tendrían que encargar de esto, tienen orientaciones de “pase libre, órdenes de arriba”.

Cada uno estos delitos están contemplados por la Convención de Palermo, pero los mencionados dictadores de “derecha e izquierda”, siguen siendo calificados y vistos como “gobernantes” y por ello hay que tenerles consideración.Vladimir Putin (Sputnik/Vladimir Astapkovich/Kremlin via REUTERS) Vladimir Putin (Sputnik/Vladimir Astapkovich/Kremlin via REUTERS)

Y revestidos de la figura presidencial, no solo aplastan los derechos humanos, las libertades y destruyen a las democracias de sus países, sino que ponen en cuestión la credibilidad y la funcionalidad de las organizaciones diseñadas en el mundo, para evitar más Hitlers y que entonces las guerras mundiales tengan escenario nuevamente o que dictaduras como la de Cuba tengan réplicas en el Continente.

A la luz de lo que ocurre en Ucrania con la invasión rusa. Acaso no nos hemos preguntado ¿para qué sirven el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas? ¿El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas? Los delegados del dictador Vladimir Putin, con aliados de derecha e izquierda, han tenido su lugar en ambos mientras sus tropas empapan de sangre Ucrania.

¿No nos hemos preguntado sobre la funcionalidad de la OEA y su carta democrática interamericana, cuando vemos que de una dictadura que había en el Continente cuando se firmó en 2001, se le han sumado ahora la de Venezuela, Nicaragua y Bolivia?

Los dictadores de derecha y de izquierda, saben las falencias de los enunciados de estas organizaciones y les sacan el mayor provecho, incluso victimizándose con argumentos de soberanía y autodeterminación, cuando se les pide rendir cuentas.

En Nicaragua, que es la nación a la que represento, ha ocurrido el fin de semana, que el dictador de “izquierda”, Daniel Ortega, retiró a sus representantes ante la OEA y ordenó cerrar la sede del organismo en el país rodeándola de guardias armados a su servicio, y aprovechó para calificarla de “calamitosa, diabólica, truculenta y mentirosa”.

Ya en noviembre de 2021, después de la farsa electoral, la dictadura había anunciado de forma oficial el proceso de salida del organismo y, ante eso, la respuesta del Consejo Permanente fue recordarle a Ortega y Murillo que tienen que pasar dos años para que eso sea efectivo.Daniel Ortega (EFE/Jorge Torres/Archivo) Daniel Ortega (EFE/Jorge Torres/Archivo)

El domingo pasado, el secretario general Luis Almagro emitió otro comunicado señalando que la ocupación de la sede de Managua es “ilegítima”, que tienen que pasar dos años para que la salida de Nicaragua sea efectiva, y que mientras tanto debe cumplir con sus obligaciones ante ese organismo.

Y es aquí donde me pregunto: ¿Qué parte de la ecuación no estamos entendiendo? Porque no es con comunicados condenando, rechazando, recordando, ni invitando a dictadores como Ortega, que el asunto va a cambiar. Ortega botó a la OEA primero, teniendo la OEA las herramientas para demostrar que la ilegitimidad de las elecciones que montó para elegirse en noviembre del año pasado, es algo más que una bonita prosa.

La dictadura sandinista se ha dado el lujo de lampazear el piso con los organismos internacionales. Expulsó al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes GIEI-OEA, expulsó al representante para Nicaragua de la Oficina de la Alta Comisionada para Derechos Humanos de las Naciones Unidas, le negó la entrada al país a la Comisión de Alto Nivel designada por el Consejo Permanente en Reunión de Cancilleres de la OEA en Medellín, expulsó al Nuncio Apostólico, al delegado de la Cruz Roja Internacional y ahora, entre otras cosas más, decide expulsar a la misión diplomática de la OEA en Nicaragua y se toma sus oficinas con la Policía a su servicio. ¿Pueden creerlo? 355 víctimas mortales esperan justicia, más de 180 presos políticos y más de 200 mil nicaragüenses exiliados.

Secretario Almagro, una vez más hago el paréntesis, para solicitarle a usted y al CP, ya no solo que se respeten los derechos del sufrido pueblo de Nicaragua, sino que tengan un poco de dignidad para hacerse respetar a ustedes mismos, porque Ortega ha hecho lo que ha querido y sus resoluciones.

No convocar de inmediato a una Asamblea Extraordinaria de Cancilleres para aplicar el Arto.20 para ilegitimar al régimen o el Arto.21 para la suspensión, se traduciría en una gravísima muestra de debilidad de la OEA por la inexplicable tolerancia sin precedentes, a un régimen que denunció la Carta Democrática.

La falta de una respuesta inmediata incrementaría la más que demostrada falta de credibilidad de la OEA, debido a la inacción de lo planteado, votado y resuelto, en cada resolución.

Lo peor señores, es que la falta de efectividad de las instituciones, es una invitación tentadora que los bandoleros de izquierda y derecha, como Ortega, Putin, Maduro, Díaz Canel o Arce, lanzan al mundo democrático, indicando que no importa de dónde procedas ideológicamente para convertirte en un dictador más y formar parte de su club impune, pues ante los desmanes y barbaries, la respuesta será comunicados, condenas y rechazos. La lucha no es entre derecha izquierda, sino entre dictadura y democracia, totalitarismo versus libertad. Si seguimos como estamos, se mantendrá esa desigual lucha de tigre suelto con burro amarrado.

Con Información de Infobae.com