OPINIÓN

CAP, MADURO Y COPÉRNICO

Por: Rodolfo Godoy Peña

En octubre de 2020 escribí en este mismo medio que la rectificación en materia económica, como cualquier otra rectificación, no deja de ser plausible pues implica una revisión entre los resultados propuestos y los logros obtenidos, y es esa revisión la que permite la corrección de las fallas y los estropicios de lo ya ejecutado y en ese artículo que titulé “El Gran Viraje” hice algunas reflexiones -en clave de símil– sobre el cambio de rumbo que había iniciado Nicolás Maduro en materia económica en Venezuela.

El contexto histórico para la comparación en aquel escrito se refería al proceso llevado a cabo por el presidente Carlos Andrés Pérez quien también realizó un giro de 180 grados entre sus dos periodos de gobierno, pero que cayó sepultado bajo el peso de la propia y desproporcionada percepción que tenía de sí mismo, de sus fortalezas y de sus capacidades; vuelco económico que además de su “muerte” política fue simultáneamente la estocada final al período de la democracia de partidos que funcionó durante la segunda mitad del siglo XX venezolano.

Pérez, a quien se le reconocía ser un “animal político” como pocos pues no era posible entenderlo fuera de su relación con el Estado, se le sumaba una inteligencia privilegiada, sin embargo esto no fue suficiente pues muy a pesar de ese “olfato” para la política incurrió en el grave error de soslayar a sus gobernados, y en su intento de modernizar a Venezuela se entregó en los brazos de los tecnócratas suponiendo que el país se enrumbaría hacia el bienestar solo con el economicismo y dejando de lado el progreso y la asistencia del país en materia social que era el reclamo más acuciante de las grandes mayorías.

CAP II se convenció de que era necesario que ese país ya bastante sufrido “sufriera” todavía un poco más en pos de un beneficio futuro donde el bienestar permearía por goteo desde los números macroeconómicos hasta el estómago de los venezolanos, y que él – hombre lastrado por la corrupción administrativa y por una trayectoria personal desarreglada – podría cabalgar sobre su prestigio para conjurar el evidente y creciente malestar tanto en la población como en las Fuerzas Armadas pero resultó que el “prestigio” de Pérez solo estaba en la cabeza de Pérez.

A dos años de aquellas reflexiones que formulamos aquí, hoy el presidente Maduro sigue adelante con su “viraje” en materia económica y creo que se va desentrañando la incógnita de aquello que escribimos: Para Pérez la rectificación conllevó a su muerte política, aun cuando él “hubiera preferido otra muerte”. Al presidente Chávez, en cambio, la “otra muerte” lo salvó de presenciar el disparate de su modelo, redimiéndolo a ojos vista de su propia responsabilidad. Nos queda por ver si el presidente Nicolás Maduro podrá sobrevivir a este nuevo viraje.

Lo cierto es que parece claro que a la vuelta de este par de años todo apunta que el presidente Maduro no solamente sobrevivirá a ese giro copernicano en materia económica sino que además prolongará – a diferencia de Pérez y de Chávez – su “vida” política porque lo que para CAP significó su caída para Maduro ha parecido simbolizar su resurgimiento.

Siguiendo en clave de símil podemos afirmar que Pérez se fabricó el abandono de su propio partido político al haberlo despojado de cualquier injerencia en su mandato, y a que hubo miembros de su organización con más talento político que él que barruntaron desde el inicio de ese viraje que el camino tomado por CAP -velando únicamente por los tecnicismos económicos- iba en contravía con el “hacer política” cosa que hacía que Acción Democrática con sobrada razón temiera ser arrastrada por Pérez hacia ese itinerario donde lo único que importaba era lo económico y que desfiguraba la “social” democracia como enunciado fundacional del partido de gobierno.

Pues bien, ese divorcio entre CAP y AD no solamente acarreó que el presidente perdiera gobernabilidad, sino que trajo como consecuencia algo más grave a futuro ya que la fractura hizo que Pérez se desconectara del vaso comunicante que significaba su partido con las bases de modo que dejó de contar con las imprescindibles herramientas de auscultación para ir “tomando” el pulso de los ciudadanos en la medida en que se iban aplicando drásticas medidas económicas.

En el caso de Maduro, en cambio, su partido ha estado permanentemente en contacto con la realidad de los venezolanos, y esa simbiosis entre Maduro y el PSUV es lo que permite –muy lejos de la realidad “tuitera”- que el presidente esté en conocimiento de cómo se mueve la realidad “real” del país, no únicamente a través de los órganos de gobierno sino, sobre todo, por medio de los cuadros de su partido político.

No se puede dejar de mencionar lo llamativo que resulta que el Partido Socialista Unido de Venezuela en estas últimas semanas haya elegido por votación directa a 263.428 jefes de calle y a 45.124 jefes de comunidad, y que esas comunidades a su vez escogieran a 14.262 equipos de Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (Ubch), lo que significa que hubo una renovación de casi 300.000 militantes en sus cuadros a lo largo y ancho de toda la geografía nacional.

Es esa “súper estructura” la que le permite precisamente a Maduro -a diferencia de lo que le pasó a Pérez- contar con una formidable información política de primera mano, además de promover la participación de sus militantes y su remozamiento de cara a aceitar una tremenda maquinaria electoral para los procesos venideros y que serían la envidia de Acción Democrática en la “IV República”.

Por otra parte CAP II hizo una equivocada lectura del momento que se vivía en el escenario internacional ya que su segundo mandato se inicia con “el fin de la historia” de Fukuyama el cual profetizaba que a la caída del Muro de Berlín el comunismo -y el socialismo en general- desaparecían para dar paso libre a la única teoría política – económica válida como lo era el capitalismo en su forma más pura, es decir, el neoliberalismo. El hecho es que Pérez ya no alcanzó a ver el “mea culpa” y la retractación del mismo Fukuyama frente a su prematura profecía que resultó fallida desde su formulación ya que confundió el continente con el contenido: el continente era la Unión Soviética pero el contenido era la justicia social y eso no se sacia en los países por mucho que se derrumbe el principal modelo. La idea persiste a la realidad.

A Pérez lo ahogó la unipolaridad en tanto que a Maduro en cambio lo alienta la multipolaridad. Si Pérez hizo caso a las fórmulas económicas “tabula rasa” de organismos internacionales obviando la realidad, Maduro al contrario ha sabido sacarle punta mediática y política a la batalla económica desatada por Occidente con el fin de ponerle fin a su gobierno. Y si Pérez se alineó con el “Consenso” de Washington, Maduro por su parte está claramente alineado y en el momento más oportuno al “Disenso” con Washington.  

El hecho es que llegados aquí y con un 2024 cada vez más cercano pareciera que Nicolás Maduro no solamente sobrevivirá a su “gran viraje” sino que, además, éste será el aliciente de sus simpatizantes para reelegirlo en esos comicios presidenciales que están, prácticamente, “a la vuelta de la esquina”.

@rodolfogodoyp

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