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La apuesta electoral de Sánchez y la presidencia española de la UE

España tiene previsto asumir la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea entre julio y diciembre de este año.

  • Si hay algo que Pedro Sánchez sabe hacer, es apostar.

Durante estos cinco años como presidente del Gobierno de España, el político socialista se ha construido una reputación de tomar decisiones audaces y ambiciosas con poca aportación de su parte más allá de su propio instinto político. 

Su liderazgo arrollador se ha ganado tanto la admiración de sus seguidores, que lo ven como un decidido campeón de las causas progresistas, como el profundo desprecio de sus rivales, que han acuñado el término “sanchismo” para describir su forma oportunista y personalista de gobernar. 

Un reto personal que afecta a los 27

Aunque en un principio inesperado, el movimiento de Sánchez de convocar elecciones generales anticipadas tras los pésimos resultados de su partido en las elecciones autonómicas y municipales del pasado domingo encaja perfectamente en el patrón de decisiones políticas desafiantes que ha caracterizado su legislatura.

Haciendo esto, el también secretario general del Partido Socialista Obrero Español pide directamente a sus compatriotas que elijan entre una coalición de izquierdas y un posible ejecutivo conservador apoyado por la extrema derecha. Un dilema que espera que reactive a su electorado. 

Esta vez, sin embargo, los riesgos de su juego salpican a Bruselas, con importantes  consecuencias para los 27 miembros de la Unión Europea. 

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La jugosa presidencia del Consejo

Las elecciones legislativas, previstas en principio para finales de diciembre, han sido adelantadas al 23 de julio, solo tres semanas después de que España asuma la presidencia rotatoria de seis meses del Consejo de la UE. 

Este cargo garantiza a un país la prerrogativa de establecer la agenda, presidir los encuentros ministeriales, dirigir las negociaciones, redactar los pactos, establecer las votaciones de asuntos clave o hablar en nombre de todos los Estados miembro ante el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. 

Estos poderes extra normalmente han supuesto una provechosa oportunidad al país protagonista para probar su destreza diplomática, influir en el debate político y exponer su riqueza cultural y su belleza natural al resto de sus socios. 

Sánchez, declarado proeuropeo, estaba deseoso de sacar partido a este atractivo  escenario presentando una presidencia productiva y negociadora que impulsara la imagen de su país y, por extensión, sus credenciales como hombre de Estado internacional.

De hecho, el presidente del Gobierno español ha pasado los últimos meses viajando por Europa y reuniéndose con sus homólogos para sentar las bases de lo que era -hasta este mismo lunes- un anticipo de un semestre activo a la cabeza del Consejo.

Las altas expectativas no se debían solamente a la gira promocional de Sánchez, sino también a la realidad sobre el terreno: antes de final de año, las instituciones de la UE van a concluir una serie de importantes leyes que se han ido acumulando en la pila de las tareas pendientes. 

El catálogo incluye, entre otros asuntos, la reforma del mercado eléctrico tras la crisis, el primer intento mundial de regular la inteligencia artificial, una ambiciosa estrategia para evitar el éxodo de las industrias verdes, un plan de quinientos millones de euros para aumentar la producción de munición para Ucrania, un sistema inédito para confiscar los activos congelados rusos y una largamente esperada y peleada reforma de las reglas fiscales de la UE

Dado su peso y enorme alcance, todos estos asuntos requerirán ímpetu consistente para avanzar y alcanzar el consenso entre los 27. Una tarea difícil que se apoya sobre  los hombros, sobre todo, de la presidencia rotatoria. 

Una oportunida única

Para España, la oportuna convergencia de toda esta legislación crucial -especialmente en los campos de la energía y la política fiscal- ofrecían un escaparate de incalculable valor para proyectar sus puntos de vista nacionales y tener un papel protagonista en la elaboración de los acuerdos políticos. 

Pero la repentina emergencia del adelanto electoral en pleno comienzo de la presidencia europea amenaza seriamente con dificultar el margen de maniobra de España dentro del Consejo y mermar sus recursos, al coincidir con una ardua campaña en pleno verano. 

Con la guerra de Rusia en Ucrania aún lejos del final, la UE puede difícilmente afrontar seis meses de atrofia legislativa que aumentaría aún más la acumulación de expedientes legislativos y retrasaría debates imprescindibles.

Además, elecciones europeas

Por si esto fuera poco, la siguiente presidencia del Consejo, en manos de Bélgica durante el primer semestre de 2024, se verá casi paralizada por las elecciones al Parlamento Europeo, que pone a Bruselas en modo campaña y vuelve a cero el cronómetro político. 

Aunque, sin duda, esta no es la primera vez que la presidencia rotatoria coincide con elecciones generales -el año pasado el presidente francés Emmanuel Macron mantuvo el mandato de su país mientras batallaba por la reelección- el carácter polarizado de la política española aumenta las posilibidades de un fracaso electoral para Sánchez. 

“Un momento poco afortunado”

Los comicios anteriores en España de abril de 2019 tuvieron que repetirse en noviembre después de fracasar las negociaciones para una coalición de Gobierno. 

Este año, la atención se centra en el bloque conservador, con una posible alianza del Partido Popular con Vox, formación de extrema derecha, como principal posible socio. 

Por lo que uno de los escenarios más probables podría ser el del comienzo de la presidencia española bajo un Gobierno socialista, sometido a la agitación de la  campaña electoral de julio, seguida por la ralentización durante la pausa de agosto;  luego se retomarían las actividades bajo un flamante executivo de derechas con prioridades políticas diferentes. 

Esta montaña rusa sería especialmente problemática para el Consejo en un momento en el que deben sellarse acuerdos clave antes del final de la legislatura, comenta Johannes Greubel, analista del Centro Europeo de Política.

“Para la UE y en particular para el Consejo, estas elecciones se producen sin duda en un momento poco afortunado. Afectarían al funcionamiento de la presidencia española, sobre todo a nivel político”, ha dicho Greubel a Euronews. 

“Con el vacío de liderazgo político en España, y por tanto, en la cabeza del Consejo, muchas negociaciones en cuestiones fundamentales están en peligro de fracasar simplemente por falta de tiempo”. 

Mientras las dudas se amontonan respecto a la habilidad de España para mantener al margen de la dura campaña electoral los asuntos del día a día del Consejo, los ministros de Sánchez han dado un paso al frente para disipar cualquier miedo o rumor de que la presidencia pudiera sufrir una cancelación de última hora. 

“La presidencia se mantendrá con todas sus actividades”, aseguraba en Bruselas Luis Planas, ministro de Agricultura y Pesca. 

“Para aquellos que, de alguna manera, quieren ver esto desde una perspectiva negativa, se lo aseguramos. Vamos a garantizar todas nuestras responsabilidades institucionales y políticas en la presidencia del Consejo de la UE”.

Con Información de euronews