OPINIÓN

LA CASA PIERDE Y SE RIE…

Por: Daniel Godoy Peña.

El pasado sábado -y tras más de un año de haber sido apresado en Cabo Verde- el empresario colombo – venezolano Alex Saab, fue extraditado a los Estados Unidos acusado de conspiración y legitimación de capitales, extradición que provocó en un sector  de la oposición euforia y alegría; y en el lado del gobierno una gran “indignación” y la más airada protesta de la Cancillería, que ha denunciado que con la medida adoptada por la justicia caboverdiana se violaron principios fundamentales del Derecho Internacional y de la Convención de Viena por haber sido extraditado de forma ilegal quien para la administración de Maduro es un agente diplomático.

La extradición del “embajador” Alex Saab ha dejado una serie de consecuencias nacionales e internacionales que no responden única y exclusivamente a la simple extradición, sino a un entramado más complejo de factores de poder que se están enfrentando en nuestro país y que atiende más a elementos políticos y económicos que a una simple extradición y a una solicitud legal.

De verdad que personalmente lo lamento mucho por quienes centran sus esperanzas en la “lengua” de Saab para precipitar la caída del gobierno de Maduro, porque es cuando menos un ejercicio de inocencia y puerilidad pensar que por su declaración en Estados Unidos ya Maduro y su gobierno están derrotados. La verdad es que casi nadie en Venezuela, ni conoce, ni le importa la suerte de Alex Saab, más allá de las redes sociales.

Y hay que decirlo: esa expectativa de salir de Maduro y del PSUV es cada vez más remota porque ninguna de las acciones intentadas desde 2019 hasta finales del año pasado han dado algún resultado político: ni la mamarrachada de intentona que tuvo lugar el 30 de abril, ni la operación Gedeón, ni las sanciones contra las empresas del estado venezolano. Ninguna de ellas ha logrado su objetivo y, lejos de debilitar al gobierno, han servido como instrumento para aferrar y atornillar más en el poder a quien pretendían desalojar, porque con ostensible torpeza se ha intentado todo por las vías no democráticas para cambiar de gobierno, y si sacamos bien la cuenta el presidente Nicolás Maduro, lleva casi 9 años en el poder y no se avizora, a mediano plazo, un cambio ni siquiera probable.

Si bien es cierto que el de Maduro ha sido uno de los peores gobiernos de nuestra historia republicana y que concita el rechazo de más del 70% de los venezolanos, hay que admitir que para que alguien logre sostenerse en el poder bajo esas premisas es porque es un sujeto capaz de aglutinar fuerzas en torno a sí en mayor proporción y solidez que su adversario, y porque sabe aprovechar mejor sus fortalezas y sacarle punta a las debilidades del contrario; que, en esto, dicho sea de paso, todas las oposiciones le han facilitado enormemente la tarea a Maduro porque en este momento podríamos, al igual que la loca Luz Caraballo en el Palabreo escrito por Andrés Eloy Blanco, contar las facciones de la oposición como ella contaba los luceros: “…seis, siete, ocho, nueve y diez…”

Por un lado está esa oposición que todavía cree –o hace creer que cree por los beneficios que le reporta- que esa fantasía disparatada que fue el interinato todavía está viva y por eso la siguen paseando como hacía la reina de Castilla, Juana la Loca, con el cadáver insepulto de su fallecido marido el rey don Felipe el Hermoso, a quién en avanzado estado de putrefacción paseó en su ataúd por media España quizás con la secreta esperanza de que su amado resucitara, insania que sus cortesanos no se atrevían a enfrentar, ni decirle a su reina que eso ya no era posible; al igual que sucedió en el G4, donde muchos de sus mejores dirigentes de base nunca estuvieron de acuerdo con muchas de las medidas y posturas adoptadas por los jefes de sus partidos, pero que fueron acallados porque la “unidad” estaba por encima de todo aun cuando las decisiones tomadas por las cúpulas fueran contrarias a la ley o en detrimento del patrimonio de la Nación.

Otro sector de la oposición son aquellos que se rebelaron contra sus partidos, incluso logrando despojarlos de sus símbolos y tarjetas, pero que a despecho de ellos y aunque cumplieron a cabalidad lo acordado, el gobierno de Maduro los usa a su antojo y a la hora de una negociación como la de México no los toma en cuenta.

Por último y no menos importante por los recursos económicos que maneja, está la oposición radical en el exilio, algunos pertenecientes al mamotreto interino y otros radicales que solo disparan en contra de todo lo que se mueva, bien sea gobierno u oposición; y es así como Maduro juega partidas simultaneas en distintos tableros y aun siendo tantas las “oposiciones” solo algunas veces han sido capaces de “ponerlo en jaque” pero nunca de darle “mate”. El problema no es Alex Saab, ni el Pollo Carvajal, ni la ex –Tesorera. La gran desesperación y preocupación que tiene el sector más radical de la oposición, y sobre todo quienes están afuera, es que no pueden dejar que Venezuela vuelva a la “normalidad” porque para ellos eso beneficiaría al “régimen”, sin importarles las consecuencias para el pueblo venezolano, por eso cabe preguntarse: si con todo el caos que hemos vivido estos últimos años no han sido capaces de sacar al gobierno ¿Qué pasaría con algo de normalidad en el país? Ahí está su desesperación.

No hay que ser muy avispado para advertir que hay cosas que están cambiando: el Gobierno suspende su participación en la mesa de diálogo en México y la oposición #G4 le pide encarecidamente que no deje de dialogar con ellos. La misión electoral de la Unión Europea ya está en el país. Hay países y empresarios de países (y no precisamente de los aliados tradicionales del gobierno de Maduro) que están haciendo lobby para poder invertir en Venezuela y que no sean sancionados; y a medida que pase el tiempo pueden esperarse otros anuncios como el realizado ayer por el Senado colombiano donde solicita la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela frente a la gigante presión de muchos sectores sociales y de buena parte del empresariado colombiano.

Si Saab es como lo acusa Estados Unidos el instrumento y gestor del gobierno de Maduro para burlar las sanciones, es más que obvio que no debe ser el único, porque si con algo ha contado el gobierno en los últimos años ha sido con la asesoría de los iraníes, los rusos y los chinos que tienen una maestría en burlar sanciones y montar estructuras financieras para tal fin; y si algo deben haber aprendido todos ellos es a no poner todos los huevos en una sola canasta.

Por los momentos a quienes celebraron la extradición de Saab como si fuese el prefacio de la caída de Maduro parece que les tocará guardar el dulce de lechosa otra vez en la nevera, porque es evidente que el gobierno, por los momentos, está como en los casinos donde “la casa pierde y se ríe”.

@danielgodoyp

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